Roads and Revelations
When Leilani finds herself at a major crossroads in her life, she takes a chance by reaching out to
Spanish Alfred de Musset 20 3rd Jun, 2021
En estos días rientes de la maga Primavera, todos los enamorados en París, dos a dos (¡oh, inefable y cándido misterio!) ofrendan a Musset flores y preces, flores de los jardines y preces del corazón, cálidas como epitalamios. Murió, en efecto, un día de mayo de hace cincuenta y un años. «Yo soy el poeta de la juventud-decía-. Debo morir en la primavera.» Y al extinguirse, las musas y las mujeres lloraron como en los días en que, con Pan, se fueron los postreros dioses de la tierra. Tengo el modelo ante los ojos de mi deslumbrada memoria: un gran Musset, en los tiempos heroicos de su adolescencia, recostado sobre un diván (yo no puedo concebir de pie y erguido a ese poeta) y envuelto en 1 túnica de Manfredo; pero no acude a mi imaginación, con la generosidad de otras veces, el sentido lineal y cromático de la figura que me propongo dejar estampada aquí, y eso me desespera, porque Musset es una de las más evidentes figuras de mi museo interior... Yo lo veo moralmente con dos caras, bicéfalo, como un monstruo asiático: la cara plácida e iluminada por un sol de Atenas, de los días buenos, y luego, en los días malos, en los días de niebla y alcohol, la cara fatal de un maldecido que purgara en la tierra crímenes que, por lo horrendos, no pudieran decirse. Hay el Musset adolescente y el Musset de la decadencia. El primero, que fue un creador divino del que Saint-Beuve pudo decir: «Nadie, al primer golpe de vista, producía como él la impresión del genio adolescente», vivió sólo diez años; todas sus obras líricas y dramáticas las levantó antes de los veintisiete años. El segundo, que fue un destructor satánico, vivió diecisiete. Y a mí se me antoja más interesante el Musset de la derrota que el del triunfo, porque siempre he creído a Lucifer más propio de la oda que al ángel bueno que guarda la entrada del Paraíso.